miércoles, 11 de enero de 2017

Los únicos poemas que me interesan



Los únicos poemas que me interesan son aquellos que recogen animales extraños del borde de la carretera.
A veces están heridos y el poema debe calmarlos como un bálsamo, amparar su sangre con versos de hechos de gasa o, en el peor de los casos, cubrir con una manta de palabras su cuerpo todavía tibio
Otras, se les ve intactos, vivaces, y resultan especialmente esquivos a las manos del poema
Los hay plomizos y densos y los hay que son aves transparentes caídas directamente del cielo
Algunos están ebrios de noche y cubiertos de hermosas púas Otros se encuentran sobrios como un vaso de leche y son redondos como una luna llena
Los hay que rugen y aúllan, los hay mudos los hay hambrientos, rabiosos pero también los hay cálidos y sensuales como el suspiro de los gatos
Unos vienen de los lugares más lejanos y llevan exóticos paisajes en sus pupilas, otros duermen cada día en la cuneta aunque nadie hasta entonces, se había fijado en sus rarezas.


Imagen extraída de: https:youtu.be/rAmdNfOt_u0

martes, 30 de junio de 2015

Vulnerable a los vértices

Vulnerable a los vértices,
dormí las esquinas de los días,
caminé sobre el círculo suave
y le puse el nombre de Casa

Heríame, sin embargo, en mi guarida
El recuerdo del filo de las dagas,
de la punta afilada de las flechas,
haciéndome dudar de pronto,
de que aquellos vértices,
estuvieran fuera.

jueves, 2 de abril de 2015

Nudo blanco


    
  Sentada frente al teclado del ordenador, con un nudo en el pecho, pensaba en cómo deshacerlo; en cómo rescatar algo de aquellas ideas deshechas y entretejidas en los hilos del tiempo blanco. Se trataba de una tarea compleja pues parecía imposible distinguir el principio o el final del hilo firme y pálido que apretaba aquella bola enmarañada. Por si fuera poco, tenía la impresión de cuanto más pensaba en cómo deshacerlo, más se comprimía. A menudo, esa opresión en el pecho le hacía abandonar cualquier intento de expresión, cualquier intento de huida, igual que la mano se aparta de las llamas en cuanto siente que la queman.

Se encontraba en un punto sostenido en el vacío, en un silencio, en una falta se sí misma pues cada una de sus ideas era atrapada y absorbida por el nudo. El tiempo era un minuto ocioso eternamente prolongado. El suelo, de cal y cansancio, la atraía con su magnetismo opaco cada vez que había logrado levantarse y hacía que sus piernas temblaran. Una vez en el suelo, se dejaba absorber. La rendición total. Huesos sin resistencia. Entonces experimentaba un placer vago y difuminado, como un pañuelo impregnado en cloroformo, que era seguido por una melancolía igual de difusa e inasible y de principio y fin desconocido.

“Habla de cosas concretas”, pensó. “Habla de un carrete de hilo rojo como la sangre, de una caja de cerillas vieja con los bordes totalmente desgastados, de un gatito negro asomado a la puerta, con sus ojos amarillos y fijos”. “Usa verbos”, pensó, “Nadie quiere dormirse en una página de adjetivos sobre tu incapacidad de escribir“. Alguien tiró del hiló y el carrete rojo se desenrolló bruscamente como el galope de un caballo y de la caja de cerillas vieja cayeron fósforos consumidos de frágiles cabezas negras. El gatito temeroso se escondió tras la puerta y la dejó sola con su silencio.

domingo, 10 de agosto de 2014

El indiferente




Y de los defectos,
Que fueran estorbo,
Hicimos camino escarpado,
Que araña los pies
Y acaricia el alma

Nosotros, los sensibles 
nos cambiamos los ojos.
Afinamos los oídos
a los ruidos roncos
A la voz de la tierra embarrada
Sustento de todas las flores
Y escuchamos que dice:

Feo eres tú, el indiferente
que no te atreves a mirarme a la cara.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Romper





Se tensó el instante en la cuerda de lo roto.
La ausencia de la copa en el hueco de mi mano
parece estar aún llena de cálido licor,
Parece que aún pudiese notar el tacto del fino cristal
Con solo cerrar un poco la mano
Aunque sé que, de hacerlo, no encontraría nada.

En el suelo el líquido ámbar baña los cristales:
Es un charco,
No es más que un charco,
Ya no es más que un charco.

Sería necio agacharse a beber de él,
Nos llenaríamos la boca de azúcar y cristales.
¿Para qué permanecer entonces lamentándonos?
¡Acabemos ya con esto!

Sin embargo, que extraño resulta recoger los trozos,
pasar la fregona, seguir adelante...

Qué incomprensible resulta
que todo continúe
después del final

.

sábado, 5 de enero de 2013

Allí, en el nido



Allí, en el nido
Se escribe el crujir de las cáscaras
Se asoman vidas pequeñas
Llenas de sangre caliente
Envueltas en plumas impolutas
Negras como una sombra

Allí, en el nido
El calor se afila en picos diminutos
Que se abren como tijeras ansiosas
Que han venido a gritar
A reclamar el todo para sí,
Que recién han roto,
Con un chirrido rojo

Allí, en el nido
Les he visto romper las cáscaras de otros
Calmar la sed con su clara
Y me he quedado muda.

sábado, 11 de agosto de 2012

La inercia, el silencio y los muertos que escriben


"Manos dibujando",   M.C. Escher
Pienso en la inercia. La inercia no arrastra la pluma sobre el papel. La mano del inerte se abre flácida y la pluma rueda tras un golpe sordo por el papel. Es posible que con el choque parte de la tinta se derrame sobre la hoja formando charcos azules que es posible que mojen la mano pero no le harán sentir la humedad ni el frío.

Si se pudiese escribir desde la inercia, ¿qué escribirían las manos de los muertos? Me imagino manos asomando de la negra tierra de un cementerio inmóviles esperando sin esperar un lápiz o una pluma. Digo esperando sin esperar porque viven sin tiempo, en la eternidad de la inacción ¿ qué puede importarles que sea hoy, dentro de un año o de 4 siglos? Tarde o temprano alguien les acercará una pluma y ellas las asirán, repentinamente, como las plantas carnívoras cuando, tras la paciente espera, se cierran para atrapar un insecto.

¿Qué escribirían entonces las manos de los muertos? Tal vez escribirían un punto; un punto y final. Permanecerían con la pluma clavada sobre el papel y el punto se iría haciendo más y más grande hasta que la tinta cubriese todo el papel. O tal vez no. Yo me imagino que dibujarían una línea recta horizontal:

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Es la viva imagen de la inercia: plana, infinitamente tumbada, sin cambios ni sobresaltos. Recuerda al diagrama que aparece en las pantallas de los aparatos de los hospitales que registran las constantes vitales.
De todas formas, volviendo a la realidad, si es que alguna vez hemos estado: lo inerte no escribe. La inercia es el camino al silencio y a la quietud indiferente. Muy diferente del mutismo, por cierto. Todo mutismo es silencio, pero no todo silencio es mutismo.

El mutismo es siempre voluntario o impuesto. Uno puede envolver su frustración, su rabia o incluso su ira en mutismo. El silencio se convierte en estos casos en algo cargado y que podría dispararse en cualquier momento. Este tipo de silencio puede ser muy hiriente, y lo curioso es que lo es por su mera potencialidad, no es necesario que llegue a disparar para intimidar al contrincante. El otro habla y lo acusa a uno, uno permanece callado, el otro se agita y remarca su posición con más fuerza. Pero poco a poco, nadie sabe cómo, el otro empieza a justificar los motivos de su acusación, es decir harto de tu silencio empieza a imaginar lo que podrías decirle y lo que probablemente estás pensando. Y son los ataques imaginarios del otro los que lo derrotan sin que tú tengas que hacer nada. Nadie mejor que el otro para descubrir su propio talón de Aquiles.

El silencio no se puede rebatir: no dice nada, pero podría decirlo todo. Pertenece que al orden de lo infinito, es el ser en potencia. El que calla no se pronuncia, no se moja ni se ensucia. Las palabras se construyen a partir de cortar, de delimitar; el silencio puede inundarlo todo. Es el as en la manga que no se digna a descubrirse. El misterio de lo inexpresado y de lo inexpresable. Sobra decir que utilizar algo tan bello y poderoso como el silencio en una trivial lucha de egos, aunque efectivo, es algo bastante poco noble. En cualquier caso la persona que decide, consciente o inconscientemente, permanecer callada no siempre se sale con la suya. Es una táctica particularmente inútil contra una persona muy segura de sí misma y de lo que dice, y particularmente efectivo con personas inseguras, dubitativas o particularmente empeñadas en ponerse en la piel del otro y llegar a un entendimiento.

Pero bueno, basta ya de detalles que esto empieza a parecer una especie de guía de manipulación, cosa que difícilmente sería capaz de hacer y sobretodo no es lo que pretendo. La verdad es que no se cual es mi pretensión, todo empezó con manos de muertos que escribían y acabó en el uso táctico del silencio. Tampoco es cuestión de criminalizar al silencioso, a veces simplemente es alguien que no sabe qué decir, que está cansado, piensa que no será escuchado o entendido o muchas otras posibilidades.